A los problemas de supervivencia encontrados por la empresa Construcciones y Contratas contribuyó la falta de entendimiento entre los herederos de Ernesto Koplowitz, quien tuvo 5 descendientes de tres mujeres distintas.
Las familias no se hablaban entre sí, como consecuencia de los problemas de reparto de una herencia entonces próxima a los 2000 millones de pesetas. Los dos hijos de la primera mujer, Ernesto e Isabel Koplowitz, heredaron el 33,3% de Conycon, mientras que Alicia y Esther --hijas de la esposa legítima, Esther Romero de Joseu-- recibieron el 33,3% cada una. El quinto hijo, fruto de una relación tardía con una venezolana, quedó fuera de la empresa.
Esos problemas de gestión fueron en parte resueltos con la ayuda de Ramón Areces, fundador de El Corte Inglés, amigo de Esther Romero y padrino de sus hijas Esther y Alicia Koplowitz. Don Ramón se involucró a fondo en la gestión de Conycon tras la muerte de Esther Romero para ayudar a sus ahijadas: empezó a darle las obras de todos los centros de El Corte Inglés y se llevó al consejo de la empresa a la plana mayor de sus pujantes grandes almacenes.
Pero Conycon no se benefició tanto como otras empresas del fuerte desarrollismo español de los años sesenta. De ahí que todavía en 1972 el valor oficial de la sociedad sería fijado en 600 millones de pesetas, sin apenas crecimiento real respecto a la empresa dejada por Ernesto Koplowitz.
Esa primera valoración se realizó poco después de incorporarse a Conycon los dos inquietos primos, quienes al llegar a la empresa incluso rechazaron la oferta que les hizo Don Ramón para quedarse con el 10% del capital en la primera ampliación. En efecto, además de su ulterior apuesta por la diversificación y la expansión, una de las primeras decisiones exitosa de los Albertos como administradores de la empresa donde tenían mayoría sus mujeres fue la de comprar el citado 33,3% a los hermanastros de Esther y Alicia. Ernesto e Isabel cobraron 150 millones de pesetas por ese tercio, pagados con el aval de Areces y de los dos primos.
El negocio impulsado por los Albertos fue fabuloso para Esther y Alicia, quienes permanecieron al margen de la gestión de la empresa, porque 18 años después ese 33,3% del ya diversificado grupo que montaron en torno a Conycon, se había multiplicado por más de 660 veces, a pesar de la gran crisis vivida por la economía española entre 1973 y 1985.
El grupo que dejaban los primos en 1990 al divorciarse de las Koplowitz había elevado su valor desde los 450 millones de 1972 a más de 300.000 millones de pesetas, gracias a que en esos 18 años habían comprado sobre todo Portland Valderrivas, Focsa, Banco Zaragozano y el 12% de las acciones del Banco Central. Valor que seguiría creciendo pese a no realizar desde entonces nuevas adquisiciones de empresas. Así, cuando Esther compró a Alicia el 50% del ya fusionado Fomento de Construcciones y Contratas (resultado de fusionar Conycon y todas esas participadas menos el Zaragozano, donde se irían los Albertos) le pagaría casi 200.000 millones de pesetas.
Y al día de hoy la capitalización de FCC se aproxima a los 4.000 millones de euros, equivalentes a unos 650.000 millones de pesetas. Por eso Esther y Alicia aparecen desde hace años entre las 100 mayores fortunas del mundo, según la revista Forbes.